¿Por qué el adolescente llega a reaccionar en ocasiones molesto, de manera indiferente o simplemente no expresa su sentir?

Psic. Claudia Verónica Mendoza Vallejo

 

Algunos adolescentes viven con frecuencia la sensación de no saber cómo se sienten, otras veces se muestran renuentes a compartir su sentir  por temor a no ser comprendidos o se han convencido de que expresarse no es significativo para los demás.

 La constante negación de los sentimientos,  puede confundir y enseñar a no saber cuáles  se están experimentando y a no confiar en ellos.

 

¿Pero cómo se aprende a negar los sentimientos?

Normalmente las personas adultas acaban por negar sus sentimientos y emociones porque de pequeños se les ha castigado por expresarlos. Algunos comportamientos y creencias preestablecidas en nuestra sociedad  obligan a negarlos. Expresiones como “los hombres no lloran” o “la tristeza es señal de debilidad”.

 Otro motivo por el que se suele negar o reprimir sentimientos es porque se llegan a convencer que a nadie le importa lo que puedan estar sintiendo, llegando a la conclusión ¿para qué expresarlos?, llegando a creer que reprimir o negar  duele menos que expresarlos.

 

¿Pero cómo es que se llegan  a negar los sentimientos de los hijos?

 Revisemos algunos ejemplos tomados del libro “Cómo hablar para que los adolescentes escuchen y Cómo escuchar para que los adolescentes hablen”.

  1. El Padre: “No hay razón alguna para que te alteres tanto; probablemente todo se debe a que estás cansado y estás exagerando las cosas fuera de toda proporción. La situación no puede ser tan mala como pretendes. Vamos, sonríe… Te ves tan bien cuando sonríes”.
  1. Adolescente: ¡oh no! ¿Qué voy a hacer? El proyecto de antropología es para mañana.

Mamá: ¡No me digas que todavía no lo has terminado!

Adolescente: Pensé que tenía tiempo hasta el viernes.

Mamá: eso es lo que sucede cuando no planificas con anticipación.

             Adolescente: Pero…

Mamá: Sin peros ¡siéntate y hazlo ahora!

 Mamá tiene buenas intenciones. Quiere que a su hijo le vaya bien en la escuela. Pero criticando su conducta , rechazando su preocupación y diciéndole qué hacer, hace que sea más difícil para él decidirse por sí mismo.

 

Ahora revisaremos cuando se reconocen los sentimientos…

  1. Adolescente: ¡oh no! ¿Qué voy a hacer? El proyecto de antropología es para mañana.

Mamá: Oh...

Adolescente: Solo llevo la mitad

Mamá: Mmm

Adolescente: ¡Eso significa que no podré ver mi serie favorita!

Mamá: Ah

Adolescente: Pero ahora tengo que terminar ese proyecto. La profesora te baja 

calificación si lo entregas un día tarde.

Mamá: Entiendo.

 

Las respuestas mínimas y enfáticas de mamá ayudan a su hijo a sentirse comprendido y libre para  concentrarse en lo que necesita hacer ya que  su conducta no ha sido criticada llevándolo a tomar una decisión al respecto.

Adele Faber junto con Elaine Mazlish son reconocidas a nivel internacional como expertas en comunicación entre adultos y niños. Autoras del best seller “Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen”. Cada una es madre de tres hijos. Tras muchos años de investigación y experiencias vividas junto con los comentarios recibidos a lo largo de su carrera, ofrecen una guía que ha ayudado a varias familias a pasar la etapa de la adolescencia y entre otras cosas aprender a identificar las emociones  logrando una mejor comunicación.

  

Enseñar inteligencia emocional a un adolescente puede ayudarle a  enfrentarse a sus sentimientos

 

Cualquiera puede ponerse furioso...eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta...eso no es fácil.

Aristóteles , Ética a Nicómaco





Daniel Goleman explica en su libro Inteligencia Emocional. En un sentido muy real, que tenemos dos mentes, una que piensa y otra que siente. La inteligencia emocional tiene que ver con las habilidades personales, no es un aprendizaje académico, se centra en cómo nos manejamos a nosotros mismos.

 También menciona cuatro elementos necesarios a tomar en cuenta para desarrollar una adecuada inteligencia emocional.

 

  1. Tener conciencia de sí mismo: consiste en aprender  a reconocer  lo que se está sintiendo  y por qué lo está sintiendo.
  2. Gestionarse a sí mismo: requiere la capacidad de cumplir metas, ser positivo ante los contratiempos, controlar las emociones perturbadoras para que no  impidan hacer lo que se proponga.
  3. Desarrollar la empatía: entender cómo se sienten los demás, las personas no lo dicen todo con palabras, puede ser con el tono de voz o con el lenguaje no verbal. 
  4. Desarrollar habilidades sociales: En las relaciones interpersonales aprender a resolver conflictos, influenciar positivamente, persuadir, comunicarse y escuchar.

 

Aprender que cuando se llega  a  equivocarse lo importante es la manera en cómo se aprende a manejar los errores y las frustraciones. Si no se aprende de ello no ayuda en mucho. Para tener éxito profesional y en la vida es necesario saber recuperarse de un fracaso.

 Y para orientar de manera eficiente en la enseñanza de la inteligencia emocional a los hijos, necesitamos recordar que como adultos es necesario...

 

  1. Predicar con el ejemplo
  2. Tomar conciencia de las propias emociones
  3. Buscar momentos de comunicación
  4. Aprender a escuchar sin juzgar y respetando sus sentimientos
  5. Aceptarlos con sus fortalezas y debilidades
  6. Y sobre todo brindar afecto

 La inteligencia emocional implica el desarrollo de habilidades que favorecen un adecuado desarrollo personal y social.

 Teniendo en cuenta los elementos mencionados con anterioridad, será más fácil analizar una situación problemática, ver cuáles son las dificultades y generar diferentes estrategias para poder hacerles frente tomando la mejor decisión.

  

Bibliografía

Faber, A., & Mazlish, E. (2005). Cómo Hablar Para Que Los Niños Escuchen: Y Cómo Escuchar Para Que Los Niños Hablen. HarperCollins.

Faber, A., & Mazlish, E. (2012). Cómo hablar para que los adolescentes escuchen y cómo escuchar para que los adolescentes hablen. Rayo.

Goleman, D. (2011). La Inteligencia Emocional. Zeta Bolsillo.

 

 

 

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