Dra. María Guadalupe Rojas Carrillo
Los niños que carecen de límites, suelen tomar decisiones que
después les generan problemas y que producen incomodidades en las personas de
su entorno. Pero, si el niño tiene presente ciertas limitaciones, se da cuenta
de que algunas decisiones pueden presentar un comportamiento inadecuado o
ineficaz del que se derivarán castigos o sufrimientos innecesarios.
Un niño desarrolla la conciencia de los límites cuando vive
dentro de ellos y sabe que están siempre presentes. Tener sentido de las
proporciones o de los límites es igual a disponer de un sistema de alarma
permanente, uno puede darse cuenta de que las consecuencias pueden ser
inaceptable antes de tomar una decisión.
Padres y maestros pueden contribuir a fomentar un sentido de
los límites creando un sistema en el que estos sean evidentes y queden claros
para el niño, y en el que las consecuencias por rebasarlos sean coherentes y
predecibles. Todo ello ayuda al niño en la toma de decisiones. En el caso
contario, las alternativas pueden resultar demasiado amplias como para que un
niño pueda tomar decisiones acertadas.
Desarrollar el sentido de las proporciones en la primera
etapa de la vida, suele acabar con una buena parte de las aprensiones y temores
infantiles. Para un niño es normal tener cierto temor a los límites, este
desaparece conforme el niño va comprobando que los límites y consecuencias se
integran en un sistema coherente. El temor desaparece cuando el niño se da
cuenta de que hay alternativas para cada situación, pudiendo entonces prever
correctamente las consecuencias de elegir una u otra.
Padres y maestros pueden contribuir a conformar el sentido de
los límites de diferentes maneras:
- · Tener claro lo que esperan de los niños
- Exponer sus expectativas de manera que los niños las entiendan, incluyendo la asignación de responsabilidad acerca de tareas y deberes.
- ·
Averiguar
si el niño entiende estas expectativas, haciéndoselas saber, o bien guiándole mientras
las cumple.
- ·
Establecer
claramente los límites de tiempo razonables para realizar tareas o deberes
escolares, sin ambigüedades.
- · Explicar al niño las consecuencias de no hacer las cosas de forma correcta. Estas consecuencias deben aplicarse coherentemente, sin sentimientos de culpabilidad o remordimientos y sin hacer sufrir al niño. La coherencia es más importante que la severidad
- ·
Redactar
y colocar un cartel con todas las reglas y las obligaciones, de modo que no
pueda alegarse como excusa “el olvido”.
- ·
Participar
padre y madre (cuando sea posible) en las explicación de las reglas del niño.
Así sabrá que ambos las apoyan y las mantienen.
- ·
Conseguir
que todos los niños de la familia o de la clase, tengan responsabilidades
equiparables, con los ajustes necesarios en función de su edad y de sus
habilidades particulares.
Fuente:
Harris Clemes Reynold Bean, Cómo enseñar a sus hijos a ser responsables, Editorial Debate.
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